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21 de marzo de 2015

Federico Carlos Ramírez, una gran carrera cortada por el destino

S, T. Concepcion, I. Mullix y Federico Carlos Ramírez 


Conocí  Federico Carlos Ramírez  "El Chino" cuando vivía, junto a sus padres, en la una colonia agrícola localizada en la sección de  Arroyo Chico, ubicada  en un fértil  valle localizado en el centro de la provincia de Samaná. Para entonces transcurrían los últimos años de la década de los sesenta y Carlos Ramírez era un mozalbete que acompañaba a su padre arreando animales que llevaban  a  unos abrevaderos que existían en una finca de la zona propiedad de mi padre. Allí, en Arroyo Chico,  los  padres de Carlos Ramírez poseían  un predio agrícola que  dedicaban a la producción de diversos rubros, entre ellos maní, maíz y árboles  frutales, así como a la crianza de ganado para la producción artesanal  de leche de vaca.

Como muchos colonos ubicados en la zona,  los padres de Carlos Federico Ramírez habían  emigrado a Samaná  en los inicios de la década de los años sesenta.  Carlos Ramírez había nacido  en la región del Cibao y llegó  a Samaná cuando era un niño. Sus padres habían llegado a la provincia de Samaná para integrarse a un plan gubernamental de desarrollo y promoción de la producción agrícola de la zona, dirigido por la Secretaria de Agricultura y la Sociedad Industrial Dominicana, La Manisera,  durante los últimos años de la tiranía  Trujillista.

La crisis política y económica  que sobrevino a mediado de la década de los años  sesenta, causó  una importante  merma en las actividades productivas de la zona, lo que ocasionó que muchos de los colonos de los que habían  llegado  allí, bajo los auspicios del plan agrícola de Trujillo,  debieran retirarse del área. Bajo ese panorama, la mayoría  de ellos marcharon  rumbo a Santo Domingo  en busca de mejores condiciones económicas y sociales. Fue así como Federico Carlos Ramírez,  junto a sus  padres,  llegó  a la ciudad de Santo Domingo  a  finales de la década de los sesenta, estableciéndose en la parte oriental  de la ciudad, específicamente en el área de Villa Duarte.

Federico Carlos Ramírez ingresó a la entonces Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) a finales de la década de los años setenta. Si mal no recuerdo,  su primer cargo, como la mayoría de nosotros, fue el de  auxiliar de tránsito aéreo. Para esos tiempos existían sólidos lazos fraternos, que cruzaban las fronteras laborales y alcanzaban los hogares y los estadios de softball,  donde se practicaba una sana y popular actividad deportiva que era el softball.

Hogares como el  de Pascasio en el ensanche Ozama rompieron  record de visitas, igual que  otros, como el de Volquez Kelly en el ensanchez Las Americas, Zacarías Cordero  en Las Fuentes, entre otros. Entre los equipos de softball de la época, posiblemente olvidados, y que  se destacaron en las lides reservadas para los sábados por las mañanas fueron los famosos  y  antagónicos “El DC-3” y el “L-749”.

Entre las estrellas de esas novenas se destacaron, por su entusiasmo, Carmelo de los Santos,  Coco Chavez, Roberto Acevedo Burgos, Luis Flores Mota, el estelar pitcher “Gallo Ronco”, el trabuco Tony Mendoza entre otros que recordamos, como Cocco Chavez, Víctor Gomez e incluso Haroldo Sención, que también disfrutaba las actividades deportivas aeronáuticas sabatinas de entonces. En esas novenas Carlos Ramírez fue un destacado prospecto en ambos equipos que se lo diputaban, debido a sus destrezas,  tanto con el guante como con el bate.   

Rápidamente Carlos Ramírez  progresó en la actividad aeronáutica, por lo que en el año 1987 fue enviado, junto un grupo de controladores al Centro de Instrucción Perfeccionamiento y Experimentación (CIPE) de Buenos Aires Argentina, junto a un grupo de controladores de tránsito  aéreo integrado   por los siguientes controladores: Ramón Cruzado Sosa (fallecido), Natanael Nina Pereira, (fallecido), Fernando Castillo, Freddy Ruiz Lara, Francisco Bolívar de León Paulino, Miguel Mejía, Guichardo  Peña y Ayala Torre. En CIPE de Argentina Carlos Ramírez completó con  éxitos el curso STA, obteniendo  el título de Controlador de Tránsito  Aéreo  Aproximación y Área.

A su regreso al país se integró  a su proceso de  desarrollo  profesional,  como controlador de tránsito aéreo en las dependencias de tránsito aéreo del Aeropuerto Internacional de Las Américas de Cabo Caucedo.  En corto periodo de tiempo, Carlos  Ramírez comenzó a  desempeñar  cargos de dirección en las dependencias de control de tránsito aéreo  de la entonces DGAC.   Entre los cargos puestos bajo la responsabilidad de Federico Carlos Ramírez se destacan las posiciones de  Jefe de Grupo, Supervisor y de Encargado de Tránsito  Aéreo, siendo designado para representar su aéreas de desempeño en diversos eventos nacionales e internacionales. Para esos tiempos, tuvo una participación destacada en las actividades sociales entre los controladores, compartiendo en los torneos de deportes de mesa, como las  practicas  de billar y dominó que tomaron buen auge a finales de la década de los noventa. En 1994, Carlos Ramirez fue de los controladores enviado al extranjero a formarse  como controlador radar, curso que superó y actividad profesional que ejerció por buen tiempo.
Posiblemente, uno de los mayores retos puestos bajo la responsabilidad de Federico Carlos Ramírez lo constituyó  su responsabilidad, como contraparte nacional  del experto internacional y asesor ATM Claudio Alberto Goncalves Ribeiro, un  experto ATM brasileño en los procesos de  gestión organizacional de los sistemas de control de tránsito aéreo a nivel mundial. Claudio Goncalves  vino al país  durante  el período  comprendido entre el 1999 y el 2000. Su  objetivo fue el de  realizar una evaluación de todos los elementos convergentes en  la gestión del tránsito aéreo de República Dominicana con el objetivo de realizar el informe correspondiente.

Tocó  a Goncalves y a Federico Carlos Ramírez asumir la responsabilidad de gestionar  un proceso de evaluación que incluyó  a todo el  personal de control de tránsito aéreo, a todos los niveles.  Todos los recursos técnicos y  procedimientos aplicados en la Región de Información de Vuelo, FIR de Santo Domingo, proceso de evaluación donde, como se dice en el argot popular "se sudó la gota gorda". Claudio Goncalves fue parte ATM del Proyecto de Cooperación Técnica MSA/DOM/97/801 de la Organización de Aviación Civil Internacional  OACI, contratado por el país para la recuperación de la Categoría 1, objetivo primario que no pudo lograr, después de una cuantiosa inversión económica  por parte del país y  hasta de la visita del Doctor Kotaite Presidente del Consejo de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) a finales del  año 2000.  

Otra misión importantísima de Federico Carlo Ramírez, fue su participación y esfuerzos  dirigido a la integración de un Plan de Pensión  para los controladores de tránsito aéreo, que se intentó  finales de la década de los noventa. De acuerdo a sus lineamientos fundamentales, el Plan de Pensión para los controladores planteaba, entre  sus objetivos básicos,  la provisión de condiciones económicas y sociales sostenibles para los controladores,  una vez, que por razones justificadas, debieran retirarse del quehacer laboral en las dependencias de tránsito aéreo. Desafortunadamente, razones que no viene al caso mencionar, hicieron fracasar un proyecto imprescindible para el futuro de los hombres y mujeres que dedican su vida a una profesión que, como la de los controladores,  solo se ejerce en las organizaciones que brindan este importante y estratégico servicio que concierne a la seguridad de la navegación aérea.

A mediado de la década del dos mil, Federico Carlos Ramírez enfermó  de un padecimiento catastrófico  que lo sacó  de la actividad productiva en el control de tránsito aéreo, quehacer que amó profundamente, igual que  lo hacen todos los controladores del mundo. Tras un relativo corto  período  de enfermedad, que asumió con dignidad y durante el cual su preocupación fundamental,  no fue su padecimiento, sino ¿Que iba a pasar con su familia cuando el dejara este mundo?. Carlos Ramírez falleció dejando tras de sí la estela que dejan los hombres que vienen al mundo con  el firme propósito dedicar al  trabajo sus  días y noches, años tras años, toda la vida como él lo hizo.
Por todo, Federico Carlos Ramírez debe haberse  establecido en el lugar   reservado  a los hombres que han  venido al mundo  a  realizar su trabajo, y a cumplir con los preceptos de un Dios justo  que lo ve todo,  y que da a cada quien,  lo que en justicia le toca por sus obras aquí en la madre tierra.  

Bajo ningún concepto pretendo en estos breves párrafos plasmar una historia  que, como la de Federico Carlos Ramirez, es mucho más que esto. Sin embargo, es mi aporte a un controlador que conocí, cuando ni él ni mí, se nos ocurría que años después el destino nos iba a juntar en un futuro que ya es pasado. 

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