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5 de abril de 2015

Las Bienaventuranzas, Evangelio según San Mateo, Capítulo 5 del 3 al 12


El Sermón de la Montaña

A propósito de la Semana Santa que casi concluye, se que muchos han dedicado parte del asueto al merecido sano descanso. Posiblemente otros se han tomado un momento para reflexionar sobre las circunstancias de su propia vida y la vida de los demás seres humanos, que también son hijos de Dios. Ojalá que todos  hayan echado una mirada a las circunstancias resumidas por Cristo  en  las sabias  palabras de las  Bienaventuranzas.        
Las Bienaventuranzas forman  parte del Sermón de la Montaña  pronunciado por Jesús, en la región de  Cafarnaúm, ciudad ubicada  en la costa  Norte el Mar de Galilea de la antigua Palestina. En la actualidad Cafarnaúm estaría ubicada cerca de la ciudad de Tiberiades, de lo que en la actualidad es Israel. Por su mensaje al hombre, Las Bienaventuranzas sinterizan los principios que llevan a  verdadera  felicidad, a través de prácticas sanas y sinceras, basada en el amor al prójimo, la cordura y la humildad de espíritu, evitando las flaquezas que impiden el alcance del verdadero propósito por el que Dios nos ha permitido el don de la vida para que  permanezcamos  aquí en la tierra.

Las Bienaventuranzas, Evangelio según San Mateo,  Capítulo  5, del 3 al 12.

Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos será el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos  porque de ellos poseerán la herencia  en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los  que tienen hambres y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzaran misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la  paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados  los perseguidos por causa de justicia, porque de ellos es  el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien y os persigan y digan con mentira de toda clase de mal contra vosotros por mi causa.  Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.

Confíe en Dios, no importa lo difícil del problema.  

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