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17 de mayo de 2015

Andrés Santos Sánchez "El Buzo", el temple del controlador versus la adversidad


CTA Andrés R. Santos Sanchez e Ignacio Mullix

Durante una mañana del mes de  enero del 1982, un controlador  de turno "A" de la  torre del Aeropuerto Internacional de Las Américas se encontraba “enrredao”con una emergencia que afectó a una aeronave tipo  Piper PA-34 Seneca. La aeronave perdió potencia en el motor No.1 durante la carrera de despegue desde la pista 35.  Antes de iniciar la carrera de despegue, el piloto había solicitado al controlador virar “corto” por la izquierda, sobre La Caleta,  para volar sobre el mar rumbo a su destino que era el Aeropuerto Internacional de de Herrera. La solicitud de viraje a la izquierda le fue denegada por asunto de  procedimientos en los despegue hacia el Oeste por la 17.

Esta simple decisión del controlador fue crucial para preservar  la vida del piloto. El avión viró por la derecha, como fue instruido, pero  el motor siguió perdiendo potencia, estrellándose a 3 millas al Nordeste del aeropuerto, en un área de difícil aseso. Una densa columna de humo marcó el sitio exacto  del impacto de la aeronave.

Como los organismos de búsqueda y rescate de Las Américas, no podían llegar con rapidez al  sitio del impacto, se trató de coordinar con el aeropuerto de San Isidro para que enviaran un helicóptero, pero el temas de la coordinación militar con los "altos mandos", impidieron  la salida del aparato de la entonces FAD. Pero, por suerte, apareció un helicóptero del U.S. Customs,que aproximaba desde el Este y  hábilmente el   controlador le solicitó y logró que el aparato se dirigiera al sitio del incendio, rescatando al piloto y trasladándolo, herido y quemado, al Hospital Ramón de Lara de San Isidro. Los restos calcinados del Piper Seneca, aún deben estar en el sitio del accidente, nunca fueron recuperados. 

Además de esa situación, a ese profesional le tocó “enredarse” con otras encornadas emergencias en el Aeropuerto de Las Américas, cuando  "bregó" con  un Lockheed  L-1049 Contellation, que trataba de llegar a la pista con el motor No.1 apagado y el No.2 "tosiendo". El avión voló tan bajo en la trayectoria final a la 17, que cuando logró  aterrizar se le encontraron ramas de arboles en los trenes. Otras situaciones parecidas la vivió en el Aeropuerto de Herrera y otras terminales  nacionales donde laboró. Como sabemos, “El manejo adecuado de una  emergencias real, es el verdadero examen para un controlador de tránsito  aéreo”. Ese controlador singular a quien me refiero, que superó, con buenas notas,  varias pruebas de ese tipo  lo es,  Andrés Ramón Santos Sánchez, el "Buzo".  

Como  muchos, vi llagar a Santos Sánchez  a la entonces Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) a mediado del 1978, con una fortaleza increíble, con un inmenso deseo de aprender y una mejor disposición  para trabajar. Además, siempre  dispuesto para hacerle un favor a sus semejantes. En el grupo en que ingresó Andres Santos Sánchez estuvieron, entre otros controladores, Fortunato Liria, Gerónimo Pimentel, Jiménez Terrero, Quezada Lendenborg entre otros. Para entonces el Director de la DGAC era el General de Brigada Octavio Jorge Pichardo de la entonces FAD.

De inmediato, el grupo ingresó al curso de controlador aeródromo,  impartido  en el Aeropuerto Internacional de Las Américas, por un grupo de profesores de la talla de Roberto Acevedo Burgos en navegación aérea, Haroldo Sanción, tránsito aéreo, Rafael Coco Chávez, comunicaciones, S. Rodríguez, meteorología aeronáutica y Santiago Alonzo, aerodinámica, quienes conocían sus materias y tenían apropiadas  facilidades didácticas.  

Luego de terminar el curso básico de aeródromo, a Santos Sánchez le tocó realizar un periplo  por la mayoría de los aeropuertos del país, incluyendo al Gregorio Luperón de Puerto Plata, Punta Cana, La Romana  y por supuesto,  al difícil  Aeropuerto Internacional  de Herrera, durante los años más complicados de esas terminal,  debido a la operación de un gran número de aeronaves privadas, comerciales, militares y las numerosas escuelas de aviación  que utilizaban esa terminal aérea, para las prácticas de sus estudiantes.

En mediado del  año 2001 Santos Sánchez fue seleccionado, junto a un grupo de controladores, entre ellos Leonardo Rivera, Gerónimo Pimental, Cirilo Batardo, Cristina Mateo, Betty Castaing, Nelson Díaz, Fernando Vermentón   entre otros,  para completar el curso de controlador de tránsito  aéreo procedimental, en la escuela aeronáutica de SENEAM SCT, Servicios a la Navegación Aérea en el Espacio Aéreo Mexicano,  en México, donde se graduó,  como controlador de tránsito  aéreo procedimental. A su regreso, como los demás, inició su fase OJT y eventualmente al servicio de Control de Tránsito  Aéreo.

A mediado del año 2008 Andrés Ramón Santos Sánchez enfermó de un quebranto que lo sacó de la actividad operacional, como controlador de tránsito aéreo, quehacer, que como todo controlador, lleva en  lo profundo.  La enfermedad que padece le ha mermado bastante físicamente y en la actualidad, los efectos del mal le han postrado, por lo que permanece en su hogar totalmente ciego, pero alimentado por el inmenso amor de su esposa e hijos y la amistad de algunos que le visitamos, llevando hasta su hogar una voz de aliento y las remembranzas de los mejores años de su vida laboral, durante  la que  disfrutamos de su perenne  jovialidad.  

Andrés Santos Sánchez “El Buzo”, es el sonoro espejo donde debemos mirarnos todos, en una actividad profesional única, muy diferente a todos los quehaceres que realizan hombres y mujeres en el complejo mundo que habitamos. Una actividad que presiona y que hasta puede llegar a enfermarnos. Por ellos, en el control de tránsito aéreo, debe primar el equipo, obviando el interés pasajero de quienes buscamos la satisfacción personal o grupal, olvidando del verdadero sentido de  una actividad, que por su importancia,  consista la atención y desvelo del mundo.    

A pesar de todo, en Santos Sánchez se ha impuesto el temple frente a la adversidad, por lo que  sigue siendo la misma persona que todos  conocemos. Por eso desde su sillón, parece olvidar las marcas que le han infringido sus padecimientos. En consecuencia,  sigue ofreciendo la sencillez y el respecto que que siempre ha dispensado a todo el mundo. El Buzo, sigue siendo el "Buzo".

1 comentario:

RIPAGI0823 dijo...

Ignacio.. Hermosas y verdaderas palabras... Cuando veas al Buzo, me le das un afectuoso abrazo.