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9 de octubre de 2015

Marrakech, una fascinante ciudad del Magreb.


Una agradable cena hogareña con  colegas   marroquíes en año 2000

La foto fue tomada a principio del 2000 en el hogar  de un colega controlador marroquí, hogar al que fui invitado cuando visité  Marruecos, un exótico país de la región  del Magref africano. La casa estaba ubicada  en la  zona central de la ciudad de  Marrakech, ciudad conocida por su costumbres ancestrales y sus plazas antiguas.  Sentado alrededor de la masa, conversábamos   en relación a las tradiciones  de los pueblos  islámicos, sobre todo la costumbre que da a los hombres de esas culturas el privilegio  de tener varias esposas a la vez y en la misma casa, siempre que pueda sostenerlas económicamente.

El tema surgió debido que, precisamente esa misma tarde habíamos estado  en el hogar de otro colega  marroquí que nos presentó, sin ningún desenfado,  sus tres esposas. Pero lo que más me llamó la atención fue observar la parsimonia de las tres damas, vestidas con su atuendos tradicionales de la región, sonreían con toda naturalidad, mientras yo las  miraba asombrado.Les decía  a los colegas que en nuestro país simplemente eso no era posible y casi impensable,  que si bien algunos "muchachos"  se la jugaban manteniendo algunos romances a escondida, todo terminaba cuando la situación era descubierta. De acuerdo a nuevas leyes y códigos del estado de Marruecos, parece que esas viejas costumbres han ido ajustándose a los nuevos tiempos , dando paso a una sociedad donde se reconoce el derecho de la mujer. Esas nuevas legislaciones se han venido aplicando, precisamente a partir de los años 2000. 

Mientras yo conversaba  sobre esta y otras muchas costumbres de los narroquies, y disfrutaba de comidas cargadas  de carne de corderos y aceitunas, dos dominicanos   que me acompañaban en el ese largo periplo por el Norte de África,  se entretenían caminando por las estrechas callejuelas de la Medina,  mirando la alfarería y las finas alfombras que confeccionan los artesanos de aquella fascinante nación del Magreb, para no comprarlas y asombrándose de ver el peligroso artes de los encantadores de serpientes.        

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