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9 de diciembre de 2015

Una triste navidad para el Capitán Núñez y su tripulación

Capitán Radames Nuñez 

Mientras más se acercaba el día 24 de diciembre de cada año,  más frecuentes  eran los vuelos de Dominicana de Aviación a sus  destinos tradicionales. Durante esos animados días  solo  había que estar  en el área de chequeo o en  las puertas de embarques de Dominicana  en las  terminales aeroportuarias como el  Kennedy, San Juan, Miami y otras estaciones, para presenciar el espectáculos de ver a los  dominicanos y dominicanas, cargados con sus  voluminosos “bultos de mano” caminando en caravana, tratando de alcanzar las puertas de embarques y respirar satisfechos,  después de abordar los vuelos y volar “en dominicano”  en lo aviones que lo traerían a su lar amado, República Dominicana.

Pero también los 24 de diciembre eran días especiales y de gran presión para la operación de los vuelos, todos tratábamos de que las cosas salieran bien  y se rogaba al Altísimo  para  que a ningún avión  se le antojara  averiarse, mientras las tripulaciones de mando  trataban de empujan los aviones  para hacer rutas más cortas y estar a  tiempo en casa para celebrar  una cena navideña en familia. Sin embargo,  como se dice por ahí,  “nunca falta un pelo en un sancocho”. Eso fue, precisamente, lo que le paso el Capitán Redames Núñez y su tripulación, uno de esos diciembres de mediado del 1985,  cuando  Dominicana de Aviación  dominaba el ala Oeste de la terminar internacional  del Kennedy de Nueva York.
  
Durante aquel  día de noche buena  todo iba bien en la estación de Dominicana  a Nueva York.  El vuelo DOA902 y DOA-903 desde y hacia   Santo Domingo, así como el  DOA904, 905 desde y hacia   Puerto Plata,   habían operado con  normalidad. A  las 2:30 p.m. hora de Nueva York, ambos vuelos habían  despegado rumbo Sur, sin novedad y “lleno hasta la tambora”. A esa hora se  tenía el estimado del último vuelo de ese  24 de diciembre. Se trataba del  vuelo extra  DOA2902 que estimaba llegar a Nueva York  temprano en la tarde. El plan era  sacarlo de  inmediato a Santo Domingo y todos para su casa. 

Siendo así,   tanto los  pasajeros como  la tripulación del Capitán Núñez estarían aterrizando en Santo Domingo aproximadamente a  la 7:30 p.m.,  o antes, si la tripulación optaba por adicionar algunos "nuditos"  a la velocidad del aparato. Todos  planeaban cenar con sus familias  en sus hogares de Santo Domingo. El problema se presentó  cuando al avión llegó a la puerta de desembarque del Kennedy presentando  un serio  problema de mantenimiento, problema  que le impedía iniciar el vuelo de regreso a Santo Domingo. El avión simplemente  estaba “graundiao” en Nueva York, sin posibilidades de salir hacia Santo Domingo como se tenía planeado.  Ante la situación  Pascasio Toribio, despachador de turno en el Kennedy  planteó enviar la tripulación al Hotel, mientras el “Yorro” Encargado de Mantenimiento en la Estación,  "hacia de tripa corazón" y todas las  diligencias posibles  para resolver el problema de mantenimiento del aparato.

La información cayó como rayo para todo el mundo, desde los pasajeros  la tripulación, los agentes de tráfico de la estación, quienes debieron coordinar y  acomodar a los pasajeros en los hoteles cercanos al aeropuerto. Las cosas también lucían oscuras para las navidades del Pascasio Toribio, “El Paca”, simplemente estaba “preso” en el aeropuerto,  sin  poder abandonarlo, tenía que permanecer  ahí debido a la situación planteada por los trabajos del “Yorro”, un tremendo mecánico, quien daba ciertas esperanzas de solución al problema del avión. A prima noche, mientras se trataba de resolver con el avión, en el Hotel,  la situación era de tristeza total.  Mientras el  Capitán Núñez y su tripulación trataban celebrar una “noche buena” tronchada por la circunstancias, discretas  lágrimas se hacían presente  en los ojos de profesionales de un quehacer donde las cosas pueden cambiar, dramáticamente,  de un momento  a otro.

Pero como son las cosas de la vida, a las 1:30 a.m. ya del  25 de diciembre, el Yorro, “sacando de abajo”  resolvió el problema del avión y Pascasio quien permanecía en operaciones, se comunicó con el Capitán Núñez,  quien aceptó iniciar el vuelo a Santo Domingo lo antes posible. Los pasajeros fueron recogidos y traídos al aeropuerto y a las 3:00 a.m.  el vuelo despegaba de la pista 31 del Kennedy  rumbo al Aeropuerto Internacional de Las Américas,  donde aterrizó a las 6:00 a.m. sin novedad,  cuando se  asomaba el leve  resplandor de la aurora  mañana de pascuas.

La vida en aviación transcurre bajo una diversidad de circunstancias, sin embargo, resulta más que triste pesaroso, pasar una noche buena en un hotel por una circunstancia de este o de cualquier  tipo, por bueno éste sea,  como la pasó el Capitán Redames  Núñez y su tripulación aquel  24 de diciembre.                  

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