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22 de marzo de 2016

¿Dos horas y media de espera sobre el Rostov On Don? Mucho tiempo


 B-737-800 de Fly Dubai

A propósito del fatal accidente aéreo ocurrido al vuelo FZ-981, un B-737-800 de la línea aérea “Fly Dubái”, mientras intentaba aterrizar en el aeropuerto Internacional de Rostov On Don, del Sur de Rusia, en medio de condiciones meteorológicas extremas de mal tiempo, por el momento se presume que las condiciones meteorológicas estuvieron  entre las posibles causas del evento. Ya se conoce que las 62 personas a bordo, 55 pasajeros y 7 tripulantes perecieron, en un accidente de aviación, que en apariencia, fue registrado en un video por una cámara de seguridad que funcionaba en las inmediaciones del aeropuerto.

También se conoce que la tripulación de otra aeronave que intentaba aterrizar en el aeropuerto de Rostov del Don, durante el mal tiempo reinante durante la madrugada del pasado sábado, cuando ocurrió el percance, simplemente dirigió su aeronave a su aeropuerto alterno, donde aterrizó sin novedad.  El B-737-800 de Fly Dubai prácticamente se desintegró cuando impactó sobre la pista principal del aeropuerto, la que tuvo que ser cerrada por buen tiempo con fines de reparación. Por otra parte, de acuerdo a la informaciones de la autoridad aeronáutica Rusa, las cajas negras quedaron en muy mal estado, por lo que los resultados de la investigación sufrirán retrasos. 

Frente al desenlace final del vuelo  en Rostov On Don, la primera pregunta debe ser, ¿Qué factores llevaron a la tripulación de mando del vuelo de “Fly Dubái” a decidir permanecer sobrevolando el aeropuerto por más de dos horas, después de un vuelo de tres horas y de haber realizado una primera aproximación fallida?. En primer término, entiendo que dos horas es demasiado tiempo para tomar una decisión, sobre todo, si además de las lluvias existía la prevalencia de vientos “arrachados” a baja altitud, por lo que la tripulación de un vuelo que precedió al B-737-800 de Fly Dubái simplemente se dirigió a su alterno donde aterrizó sin novedad.

He vivido varias experiencias parecidas a esta, tanto en operaciones de vuelo de empresas aéreas, como en el control de tránsito aéreo. En ellas siempre sugería a las tripulaciones irse a los alternos, a veces lo hice desde antes que la aeronave llegara sobre el aeropuerto de destino. Claro está, a menos que no existiera una situación inesperada en el desarrollo del vuelo o congestión de tráfico importante en los alternos planeados.

Una experiencia muy parecida a esta me aconteció una negra noche en el Kennedy de Nueva York, con condiciones meteorológicas pésimas, cuando el Capitán Sebastián Segura, Ariel González y Jorge Gómez se enfrentaron a una situación de baja visibilidad, viento cruzado de casi 30 nudos, lluvia, mientras yo y los que estábamos en operaciones, solo pensábamos donde iría a caer el HI-312 y sus 133 ocupantes. Sin embargo lo hacíamos todo para asistir a la tripulación mientras se aproximaba al aeropuerto, haciéndole sugerencia bajo la cuales se tomó la decisión de que se debía aterrizar en Kennedy. Después de un tiempo interminable, Segura y su tripulación pudieron resolver el problema, aterrizando en la 31L, sin novedad.

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