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26 de abril de 2016

El General Larguito; Un final inmerecido


"El General Larguito"

Quienes me conocen de verdad saben que soy un fiel admirador de la música típica dominicana. Esa afición me invadió cuando era apenas un mozalbete, ocasión en que solía presenciar la música de “Veja” Castillo, un acordionista samané, cuando los domingos en por las tardes “jalaba pambiches” con su acordeón de “una línea” en unas fiestesitas que por hacían en la casa del vecino “Ali, el de Mayú”, allá en mi natal campo de samanes. Este músico típico, que aún vive, tocaba las “fiestas domingueras” en esa casa de  ruidoso “pisoetablas”- Los bailes se iniciaban bien temprano de la tardes y concluían apenas entraba la prima noche.

Para entonces, la cosa no era como ahora, los hombres, ante de “jalar la pareja”, se cuidaban de saber que le iban a brindar a la “jembra” cuando terminara la “pieza” y se cuidaban de portar un pañuelo blanco, sin la protección del cual, no podían colocar sus rudas manos en la cintura de las damas. Pero la cosa no termina ahí en término de mi afición a música típica. También solía oír la güira tambora y acordeón  por la radio, destacando los lentos merengues del trio de “Isidoro Flores”, al Trio Reinoso y otros conjuntos de música típica de la época, hasta que entró “Guandulito”, Tatico, el Cieguito de Nagua y otros buenos acordeonistas que surgieron para entonces. En esos tiempos recuerdo que en una celebración del 27 de febrero en la ciudad de Nagua, pude ver por primera vez a Bartolo Alvarado, “El Cieguito de Nagua” mientras jalaba un pambiche de la costa, mientras un caballo, con su jinete a cuesta, bailaba el merengue mejor que cualquier gente.

A propósito de música típica, igual que ustedes, me he enterado de la muerte del acordeonista típico Tomas Santana Cruz, mejor conocido como “El general Larguito”. El General Larguito falleció después de un largo y sufrido período de enfermedad, padecimiento que finalmente le costó la vida, después de buen tiempo  en el que la solidaridad del el Estado y de su clase fue poca, exceptuando algunos artistas que le visitaron en su lecho.

Solo la solidaridad del Doctor Cruz Jiminian, un hombre de bien, llamado a ser el “Defensor del Pueblo”, le brindó los cuidados que el Estado, su clase y sociedad dominicana le negaron cuando más lo necesitaba, lo que evitó que éste músico muriera, además de en la indigencia en que terminó su vida, muriera en una cuneta cualquiera. Como es normal, después del evento, las condolencias de su gremio y de otros, quienes con una nota de lamento por su muerte, buscan resarcir lo que no pudieron brindarle al “General Larguito”, cuando verdaderamente éste lo necesitó. Paz a sus restos.   


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