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31 de mayo de 2016

Mayor General Antonio Imbert Barrera; el Héroe Nacional, el aviador


Mayor General Vitalicio Antonio Imbert Barrera,  Héroe Nacional

Como buen dominicano, hoy 31 de mayo de 2016, me inclino con reverencia ante la partida del Héroe Nacional, Mayor General Antonio Imbert Barrera, quien ha  dejado  este mundo después de ofrecer su vida misma, para liberar el país de la dictadura más despiadada de la historia dominicana. De esta forma, junto a sus compañeros, nos legaron una nación libre de esos malos dominicanos, quienes bajo el rigor de la cruel y prolongada dictadura trujillista, subyugaron a la República Dominicana con el oprobio de un régimen que  arrancó la libertad y la democracia  a nuestro amado pueblo por 31 largos años.   

Posiblemente muchos dominicanos desconocen  aún, después de 55 años,  la magnitud de los acontecimientos del 30 de mayo y  meses subsiguientes,cuando el General Imbert, sus compañeros y otros dominicanos se inscribieron en la historia al enfrentar 31  largos años de dictadura. Sin embargo, basta hurgar la historia para comprender lo inmenso de la gesta de estos hombres que antepusieron el interés del pueblo dominicano a su interés particular y alde sus familias que sufrieron en carne propia la voracidad del régimen de Trujillo,yquienes también aportaron vidas y torturas infringidas por los  cómplices del Jefe".  

Aunque no tuve el honor de conocer al Héroe de manera tan personal, si me tocó llegar hasta él a través de una actividad que el General Imbert amó intensamente y que practicó hasta muy avanzada edad, me refiero a la aviación. De acuerdo a informaciones suministradas por el Maestro Don Rafael Campos Pina, el General Imbert ya practicaba el arte del vuelo el año 1975. Para entonces, el general Imbert utilizaba una aeronave pequeña, matriculada HI-75, del tipo C-172, recibiendo lecciones de vuelo de varios instructores, entre ellos uno de nacionalidad francesa, quien era el propietario del Cessna.

Luego de “solear” la voz del General Imbert se hizo familiar en la frecuencia 126.9 MHz, del Centro de Información de Vuelo, “Información Santo Domingo”, cuando llamaba generalmente en las tardes, luego de despegar del Aeropuerto de Herrera para dirigirse a sobrevolar, mediante vuelos locales, cualquier región geográfica del país de la que no daba detalles ni mucho menos, se le preguntaba  por cuestión de la propia seguridad del Heroe. Cuando me tocó laborar en el Aeropuerto de Herrera, recuerdo que una aeronave de  propiedad del General, el HI-379 permanecía en un hangar cerrado, a buen reguardo y muy bien protegida del público.  

El General Imbert realizaba vuelos frecuentes entre el Aeropuerto de Herrera y Puerto Plata,lugar donde tenía residencia. Durante ese periodos en el que el general volaba con frecuencia a Puerto Plata, me tocó dirigir el área de operaciones de la Zona Norte de la Compañía Dominicana de Aviación (CDA), posición  desde donde pude servirle en ciertas ocasiones, cuando personas de su entera confianza iban al aeropuerto de su parte. Durante ese tiempo yo tenía que viajar frecuentemente también  entre Santo Domingo y Puerto Plata. En una de esas ocasiones me presenté al Aeropuerto de Herrera para trasladarme por la vía área hasta Puerto Plata. Durante ese tiempo la actividad de la aviación nacional era intensa, sobre todo en el aeropuerto de Herrera y se podía ir a ese aeropuerto, seguro que iba a aparecer un avión con destino  al Gregorio Luperon. 

Una vez en el aeropuerto, me comuniqué con los controladores de la  torre de control de Herrera y solicité, amablemente, a controladores de turno de ese día que me gestionaran un vuelo (una bola) a Puerto Plata en el primer avión que se presentara. No bien le hice la solicitud, me mandaron a buscar, debido a que había una aeronave esperándome con uno de sus motores encendido, lista para rodar. Bueno, pues me apresure a la rampa y cuando llegué la aeronave, efectivamente, el avion que  me esperaba era el HI-379 y el capitán del vuelo era el General Antonio Imbert Barrera, el Heroe Nacional, acompañado solo por su guarda espaldas, un oficial del ejército vestido correctamente de kaki,  fusil en mano.

Cuando subí a la aeronave el General  me invitó a sentarme en el asiento del copiloto, lo que hice rápidamente procediendo a asegurarme el cinturón y cerrar la puerta. Pero en ese momento sucedió algo inesperado para mí y que me sorprendió. Cuando me abrochaba el cinturón, noté que en piso del avión habían varias armas de fuego, incluyendo una “ametralladora Thompson” niquelada, parecía "nuevecita". Fue en ese momento cuando el General, echándome una mirada me dijo con voz calmada; << mire joven, cualquier cosa, esa es la suya…>>.  Solo me quedó echarle una mirada fija a la ametralladora y notar que el oficial guarda espaldas sonreía, pero ahí mismo me pasó por la cabeza lo del atentado de marzo del 1967  contra el Heroe. Momentos después el General  encendió el motor número uno y de inmediato estábamos rodando para la pista 01 del Aeropuerto de Herrera, en cuya cabecera "dio magnetos" se alineo y cuando pasamos la torre ya habíamos ganado bastante altura.   

Rápidamente  nos establecimos en la ruta hacia Puerto Plata. Sin embargo el vuelo incluía una corta escala en el viejo Aeropuerto de Santiago de los Caballeros,  donde funcionaba el Destacamento Norte de La entonces Fuerza Aérea Dominicana FAD. Cuando aterrizamos en Santiago, la cosa fue grande, se armó tremendo corredero, había aterrizado un Teniente General, pero no cualquier Teniente General,  se trataba de un Héroe Nacional. El Mayor General fue recibido por el Comandante de la FAD en Santiago con el “floreo”, la formalidad y honores correspondiente a su investidura de General Vitalicio y Héroe Nacional.

Aunque yo no era más que el "copiloto"  del vuelo,  el caso era que estaba ahí en la rampa parado junto al Héroe, y aunque los honores, de ninguna manera,  eran para mí,  sentí orgullo al ver que a este hombre se le rendían los honores que se ganó como se lo ganan los  hombre, cuando la patria le  reclamó como tal, cuando nos libró del yugo de la dictadura del sátrapa  Trujillo, y yo estaba ahí ese día y en ese momento.

Igual que lo hace el  pueblo dominicano, ofrezco mis condolencias a su familia, sabiendo el alto precio que debieron pagar, en término de persecución y sufrimiento, debido al compromiso y sacrificio del Héroe Nacional en favor de  la República Dominicana, nación por la que ofreció su vida. Paz a sus restos.   




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