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30 de marzo de 2017

Enfermedad y muerte de tripulantes de mando, RD no es la excepción


Este es nuestro inolvidable capitán Hernando Saviñon  quien murió a finales de la década de los noventa, cuando operaba un vuelo en las inmediaciones del Aeropuerto Maria Montéz de Barahona, República Dominicana 

De acuerdo a una nota periodística publicada por  CNN, el copiloto del vuelo 1353 de American Airlines murió mientras su aeronave completaba las fases finales para su aterrizaje en el Aeropuerto de Albuquerque, Nuevo México, USA, ayer 29, en horas de la tarde. Al momento del evento, el avión se encontraba apena tres millas de la pista del aeropuerto de destino.  Como es procedente en estos casos,   el capitán  al mando del  vuelo se  declaró en emergencia médica y solicitó asistencia a los controladores aéreos,  según informó la Agencia Federal de Aviación, FAA por sus siglas en inglés.
  
Conforme  a los datos periodísticos de los últimos tiempos, este no es el único caso de emergencia médica que se le ha presentado a American Airlines. De acuerdo a reportes periodísticos, el pasado mes de octubre del 2015, un capitán de American Airlines murió cuando completaba el vuelo AAL-550. El Capitán falleció en pleno vuelo,  y  de acuerdo al medio BBC Mundo, el avión  debió ser desviado a un aeropuerto alterno en ruta.

Como puede comprobarse, la enfermedad y muerte de tripulantes de mando de aeronaves en vuelo,  son  una realidad latente. Sin embargo,  por suerte,  no se presentan  con tanta frecuencia como para causar preocupación  entre los usuarios del transporte aéreo internacional. Del mismo modo, resulta también que  son  limitados los datos estadísticos actualizados disponibles sobre estos  indeseables eventos.  Sin embargo, los medios periodísticos  y la experiencia pueden darnos una idea sobre el impacto de estos sucesos en el ámbito de la aviación comercial.

En el caso particular de República  Dominicana, y a pesar del hermetismo tradicional  sobre este tipo de circunstancias,  tenemos la experiencia de haber comprobado la ocurrencia de algunos eventos relacionados con enfermedades repentinas y muerte  de tripulantes a bordo de aeronaves en vuelo, eventos que por suerte, no  desencadenaron  incidentes importantes  o accidentes aéreos. Republica Dominicana no es la excepción.   Sin dudas, el peor de estos eventos fue el ocurrido en la década de los noventa,  y en  el cual perdió la vida un Capitán de bastante experiencia, mientras aproximaba al Aeropuerto María Montes de Barahona. En ese evento murió el experimentado y caballeroso Hernando capitán Saviñon a quien conocimos y tratamos. 

Sin embargo, antes de este evento, a finales de la década de los años ochenta, un capitán de Dominicana de Aviación sufrió un evento cardiovascular, mientras completaba el vuelo DOA-601 entre el Aeropuerto Internacional de Las Américas y el Aeropuerto Internacional Luis Muñoz Marín de San Juan, Puerto Rico.  Lo grave del  evento fue que Capitán retornó en el vuelo DOA-602  a Santo Domingo, tramo del vuelo donde empeoró por lo que fue transportado de urgencia por el despachador de turno a la clínica Chan Aquino de la Santo Domingo,  donde quedo internado.  

Otro evento grave  relacionado con síntomas de intoxicación por el  efectos de veneno, también se presentaron a mediado de los ochenta. Los problemas tuvieron su origen  en la fumigación de las aeronaves en los hangares de la empresa Dominicana de Aviación, cuando se aplicaban veneno con cierta deficiencia del control en su aplicación.  Estos insecticidas  provocaron, en una oportunidad, una situación difícil a bordo de un  vuelo que se desplazaba  entre el Aeropuerto Las Américas de Santo Domingo y el Aeropuerto Internacional John F. Kennedy de Nueva York, pero por suerte, el avión pudo  aterrizar  en su destino sin problemas mayores.

Recuerdo, además, que un capitán del B-707 de CDA  enfermó,  repentinamente, después de realizar tres aproximaciones frustradas a la pista 08 del Aeropuerto Internacional Gregorio Luperón de Puerto Plata, mientras las condiciones meteorológicas en la estación  empeoraban. Por suerte, en el asiento derecho del avión se encontraba el Capitán Ricardo Bodden Lopez, quien era el copiloto del vuelo, y quien pudo aterrizar el avión sin novedad. El capitán tuvo que ser relevarlo y el avión  continuó  su vuelo a Canadá  con el Capitán José Tabar  




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